miércoles, 9 de marzo de 2011

Etéreo

Varias sonrisas guardadas en los bolsillos, entre los dedos, una siempre de repuesto. Y un beso. Mil.

Los ojos brillosos y los cachetes sonrojados de recuerdo. De 30 de enero. De manos frías y corazones acelerados.

Del primer último beso y las hamacas despintadas.

Y si el paraíso existe allá afuera, no me cabe duda, yo lo vi. En el brillo, en el violeta, el la vereda, cuatro zapatillas, un té.

Y los minutos que torpemente sujetaba para quedarme

ahí

un ratito más.

Si miro el techo, la mente en blanco, los ojos cerrados, te puedo volver a inventar, una y mil veces. Te puedo abrazar hasta que no sepamos quién es quién, cuándo es cuál, es cuál, es quién.

Si

en las próximas horas sentís algo, soy yo rearmándote.

Y con tus manos sobre las mías y

mucho espacio en el medio, te vuelvo a escribir.

Vamos a donde quieras. Pero asegurate de que en ese lugar existas vos y exista yo.

Y un para siempre.


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