martes, 8 de marzo de 2011

.

Lo que vos-y-yo somos. ¿Cómo describir una danza de ombligos?

Me quiero encerrar en las esquinas, en los recovecos más oscuros y debajo de las patas de la silla. Quiero arañar todas las superficies, romper mis uñas y comenzar a ver las pequeñas manchitas rojas ahí. Ahí, delante de mis ojos. Ahí donde alguna vez dejaste posar tus mejillas, ahí sobre mis hombros, ahí sobre mis ganas y adentro de tus lágrimas.

Es un virus. Son minutosuhorasodías enteros rascando mi cerebro, torciéndolo, apretándolo, intentando encontrarte en alguna corteza, escurrirte escondido detrás de un escalofrío oesperándome. Son miles de manos tratando de tomarse, entre todas. Pero no hay platos, no hay dedos, no hay nudillos, ni siquiera queda un domingo a la noche, o una canción en ésa carpeta olvidada. Son las ganas desesperantes de hundir mis manos en tu espalda, de tocar el detrás de tus costillas, de hundir mi cabeza en tu pecho, masticar tu corazón y verte sonreír, como ésa vez. Las manos que temblaron, el tiempo con ganas de correr para atrás, los pasos que se querían quedar en su lugar. Dos sombras en el piso. Cuatro manos, que se vuelven dos. Cuatro pies fríos. Los dientes. Es difícil entender lo dulce que puede resultar una mordida. Son tic tac tic tac interminables ganas de romper el espacio, molerlo, aspirarlo, aniquilarlo. Dejar de imaginarlo. Que deje de existir. No lo veas, quizás…así deja de existir. ¿Probamos?

Yo dejo el paraguas sobre el sillón. No quiero que ninguna gota se evapore antes de acariciarme. Yo dejo mis ganas sobre la mesa, en una cajita. No quiero que se arruinen, antes de que te vea pasar por la puerta. Yo dejo mis manos en los bolsillos. Se cansan, de tanto arrancar esperas.


Yo


me dejo


sobre vos.


Vos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

gossiper